sábado, 5 de abril de 2008

Orinoco

Orinoco, déjame en tus márgenes de aquella hora sin hora:

Déjame como entonces ir desnudo, entrar en tus tinieblas bautismales.

Orinoco de agua escarlata, déjame las manos que regresan

A tu maternidad, a tu transcurso, río de razas, patria de raíces, tu ancho rumor,

Tu lámina salvaje viene de donde vengo, de las pobres y altivas soledades, de un secreto como una sangre, de una silenciosa madre de arcilla.

Pablo Neruda

2 comentarios:

manuelblancor dijo...

me encantò...el texto es excelente y se ensambla muy bien con las imàgenes. manuel

Aldo Mariño dijo...

Excelente idea, tiene extrema importancia tratar este tema que es de vital importancia en la conservacion del Orinoco. Aldo