sábado, 5 de abril de 2008

Por qué hacerlo?

Mi existencia comenzó a partir de un chispazo en la mirada de mis padres en el caño Tobe a Kojo (Boca de Tigre) en el Delta del Orinoco. Mi Padre pertenecía al Movimiento por la Identidad Nacional de Caracas y lo mandaron de comisión a buscar a mi Madre en el Delta, quien trabajaba como antropóloga coordinadora del programa del Instituto Agrario Nacional (IAN) a sus escasos 24 años.

Pasaron muy pocos días de haberse conocido, un mes y medio aproximadamente, para que yo comenzara a vivir, fue algo inesperado, muy rápido, quería venir a pasear por el Orinoco con ellos. A partir de ese momento comencé a saltar de un lado a otro con mis progenitores, fui a una comunidad indígena al noroeste de Venezuela en un viaje de 20 horas en autobús para el 12 de octubre de 1979 (día de la resistencia indígena) y allí comenzó mi concientización, hablaron líderes indígenas de todo el país, fuimos con la gente de los caños del Delta del Orinoco, comunidades que tuvieron que cambiar de asentamiento a raíz del cierre del caño Manamo, allí se habló acerca de eso y yo digo que si bien el cierre trajo muchos beneficios económicos, nunca se midió el impacto sobre las comunidades Warao que habitaban en la zona. Mis padres se convirtieron en una oficina u organismo autónomo que intentaba abordar la problemática Warao desde varios flancos, especialmente mi padre que es un cuestionador de todo y hacía cosas temerarias, llamaba a los ministros, etc. Los dos hablaron con el gobernador y por primera vez le plantearon la idea del congreso warao que luego en el ochenta se hizo y más nunca se ha hecho.

Mis padres hicieron ruido en torno a la problemática Warao, él escribió un cuento y en conjunto sacaron un periódico que se llamó Tamaja Nome (Todo es verdad) y tenían un grupo de concientalización para los habitantes del Delta del Orinoco, también hicieron algunos foros con películas, siempre en pro de la defensa de pueblos indígenas y la protección del medio ambiente.

Creo que quedó grabado en mi memoria desde el útero de mi madre una conciencia por el Orinoco y sus habitantes, desde mis paseos de bebé, cuando cruzamos muchas veces en canoa manejadas por niñas Warao. Luego viví con mi madre un tiempo en Caracas, donde por alguna razón siempre insistía en contarle a todo el mundo que yo había nacido en el Orinoco y que mis amigos eran Warao, incluso inventaba que yo era uno de ellos.

En diferentes momentos de mi vida por una u otra razón regresé a ese mágico río, el Orinoco. Primero fue por el trabajo de mi mamá en el Amazonas, donde hice amigos que aún hoy en día mantengo, pudiéndome acercar a diferentes comunidades indígenas un poco más conciente de todo lo que pasaba a mi alrededor. Después regresé de vacaciones, yendo y viniendo repetidas veces del Orinoco.

Siempre mi imaginación se quedó navegando en el río, muestra de eso es que durante mi adolescencia tuve un grupo de títeres donde casi todas las obras que escribía estaban relacionados con los problemas ambientales del Orinoco. Al entrar a la universidad decidí estudiar antropología, con una marcada atención hacia las comunidades indígenas. Finalizando mis estudios incursioné en la arqueología haciendo mi tesis de grado sobre el río Caura, uno de los principales afluentes del Orinoco, esta investigación me permitió conocer mejor el pasado prehispánico de este majestuoso río.

Cuando comencé a hacer documentales, mi primer largometraje fue precisamente sobre los indígenas warao que los encontré nuevamente en Caracas como mendigos, esta migraciones me hicieron reflexionar sobre lo que estaba pasando en su lugar de origen el delta del Orinoco, ahí donde comenzó mi existencia, en ese momento comenzó un viaje a reencuentros y a mi pasado que no ha cesado desde hace tres años atrás.

A partir del inicio de la fase de exploración de la faja petrolera del Orinoco, el viaje hacia lo que son mis orígenes empieza a perturbarme. Esta situación me hace entrar en contradicción, ya que si bien es cierto que traerá una gran cantidad de beneficios económicos y sociales a mi país y a Latinoamérica; pero qué va a pasar con sus habitantes, su medio ambiente, su paisaje, su vida dentro de cincuenta años cuando el agua sea mucho más valiosa que el petróleo?

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